lunes, 11 de abril de 2011

Camposanto


Camposanto

Juan caminaba hacia la caseta de vigilancia, a su espalda la reja de hierro forjado; después de haber puesto los candados y la cadena que resguardaban la entrada al camposanto del pueblo que siempre la cerraba a las 8 de la noche, pero ese día en particular habían estado rehabilitando algunas de las tumbas mas viejas y habían sacado algunos restos para depositarlos en osarios en la Iglesia de la población, por lo tanto en contra de su vieja costumbre tuvo que ir a cerrar pasadas las 10 de la noche.

Las noches en los pueblos suelen ser de lo más tranquilas; la gente se duerme temprano en su mayoría, por lo tanto solo se escuchan algunas viejas melodías salir de la cantina del pueblo, que por cierto se encuentra a apenas unos 300 metros del panteón municipal.

Juan renqueaba tranquilamente con su pierna maltrecha por haber caído de un tractor hace 3 años cuando tenia apenas 32 lo cual hacia que se moviera lentamente con su propio ritmo, de esa forma se llego hasta la puerta de la caseta de vigilancia, donde tenía un catre un frigo bar y una cafetera, ahí permanecería en su puesto de guardia como todos los lunes, miércoles y viernes, en que se quedaba en el panteón toda la noche y parte del día siguiente, para después descansar doce horas completas.

Casi llegando a la puerta de la caseta claramente escucha el ruido de una cadena golpear contra el hierro forjado, se para en seco, dirige su mirada hacia la puerta la poca luz de un crepúsculo tardío no le permite distinguir nada, “¿Quien anda?” grita con algo de zozobra, “chingado, pinches cholos culeros ande andar haciendo sus pendejadas”, se voltea y emprende el tramo de vuelta hacia la puerta del panteón, al llegar abre la reja solo por cerciorarse que no hubiera nadie por ahí, sale y empieza a caminar por la banqueta hacia la esquina; una nube se posa sobre sus ojos la sangre se le agolpa en la cabeza, la orejas zumban y cae al suelo.

“Lo siento cabron, pero, pues tengo un asunto pendiente”, una voz aguardientosa y torpe le habla entre sueños, la figura de la cual emana es gruesa algo regordeta, poco calvo en las sienes, con una barba de días en el rostro, una media texana en la cabeza, botas de pitón, camisa de cuadros desfajada y un machete corto colgando del cinto, un bulto en su cintura deja ver que trae algo mas que fierro. La silueta camina por en medio de las tumbas, pidiendo disculpas al momento de pasar; “han pasado chingos de años desde la ultima vez que vine” pensaba mientras murmuraba con permiso, lo siento o disculpe.

Al fin se detiene frente a una tumba, limpia, deshierbada, una rara cruz celta en un camposanto en medio del desierto, no tiene ningún epitafio solo un nombre y una fecha, la figura se detiene frente a ella, se oye algo similar a un sollozo, se escucha el volar de una corcholata que cae silenciosa sobre la tierra; “hola viejo, hace mucho que no vengo a verte” comenzó por decir a forma introductoria, “ las cosas no han cambiado tanto, en realidad nada, ahora bebo un poco mas que lo de costumbre, lamento haberte decepcionado, se que no querías que me dedicara a la cacería, pero el día que no regresaste tuve que salir a buscarte, nadie supo decirme nada de ti y yo desde ese día he dejado un rastro de calaveras detrás de mi, tengo una Colt revolver .45 deberas es un arma muy efectiva, no es tan rápida como las automáticas pero es como los coches, por cierto… destruí el Impala en un incidente con un nido de vampiros en Sabinas, ahora traigo un Camino Chevy 85, me lo vendieron modificado y ha resultado bien, en fin, solo he pensado en ti ahora que andaba cerca del pueblo y he pasado a verte.

Una voz siseante hablo por detrás de el; “Que sentimental cazador, quien lo viera, visitando a la parentela, dicen que su padre murió tratando de exterminar un nido cerca de aquí, ¿tu también has venido a buscar la misma muerte de tu padre Joe?.

Joe Kintana bebió de la caguama que traía en la mano, respiro el aire de la noche aun joven, el olor a sangre descompuesta, que emanaba de la boca del vampiro que hablaba, un muerto viejo sin duda, caminaba desde hace al menos 100 años por las sombras de este mundo. “chingado no pueden dejarme solo”, le volvió a dar otro trago a la cerveza antes de que se calentara, “vamos Joe, tienes el mismo carácter de tu padre, siempre disparas primero y preguntas después”.

Una brisa fría atravesó la noche cálida, Joe junto las manos al frente de su cuerpo cambio, discretamente de mano la cerveza y después le dio otro trago.

-sanguijuela desgraciada, tu que sabes de mi o de mis asuntos.

Acaricio con amor el mango del machete que colgaba de su cintura.

-vamos Joe hijo de papi, vamos a ver quien es mas rápido, tu con tu machete de carnicero o yo con mis dientes.

El aire soplaba, Juan se incorporaba con dificultad, tenia una un contusión bastante severa en la cabeza y sentía como le palpitaba la sangre en las sienes, se levanto , apoyándose sobre la pared que rodeaba el camposanto atravesó la reja y a lo lejos pudo ver como había dos siluetas que parecían envueltas en un abrazo, un chillido rompió el silencio de la noche; uno de los cuerpos abrazados cayo al suelo mientras la silueta del sombrero permanecía de pie con un machete corto en una mano y una botella en la otra. De tres golpes Joe separo la cabeza del cuerpo del vampiro, sin soltar la caguama que se calentaba al aire de la noche, saco un frasco de su bolsillo dejo caer un chorro de liquido sobre el cuerpo del vampiro, prendió un cerillo de madera y se lo dejo caer, una fogata de olores putrefactos ilumino la noche.

Juan contemplaba el fuego, asqueado por el olor, empezó a caminar al fondo del panteón donde ocurría la escena dantesca, de repente la llegada de un coche que se estaciono fuera de la reja con las luces prendidas. Juan volteo por un momento, del coche bajo un hombre delgado con una pistola en la mano, un chaleco antibalas donde claramente se leían las siglas AEI; Juan volvió a dirigir la mirada al fondo del panteón, pero ya había desaparecido el hombre del sombrero, una voz detrás de el le dijo: “soy el comandante Chapa puede usted explicarme que paso aquí”

-no se, no se que paso, yo, me golpearon, y bueno, parece que alguien se estaba quemando, pero ahora, ya se ha extinguido, casi… no se comandante, no podría decirle.

-bien cierre la puerta del panteón y vaya a la comandancia con el delegado del Ministerio Publico a dar parte de los hechos, yo voy a revisar la escena antes de que lleguen los policías cachuchones y pisen la evidencia.

Juan aturdido, cansado, obedeció maquinalmente, sin hacer preguntas cerro la reja de hierro y se dirigió a la comandancia de policía que estaba a un costado del palacio municipal, frente a la plaza principal del pueblo. Hacer el trayecto le costo un trabajal, llego casi desmayado, Hipólito el policía que estaba de guardia y haciéndola de despachador de radio se sorprendió al verle en la puerta de la comandancia, cayéndose.

-¡Juan, que pedo!- exclamo parándose del escritorio y dirigiéndose a la puerta donde alcanzo a cacharlo por que ya se caía a causa del esfuerzo.

-no vas a creerlo -le contesto Juan exhausto- ¿donde esta el Licenciado Domínguez?, tengo que darle parte de lo que paso.

Juan se quedo el resto de la noche haciendo su declaración ante el Ministerio Publico, la historia estaba llena de huecos que no podían llenar, fueron los policías municipales, junto con una patrulla federal al panteón a ver que encontraban; el comandante Chapa había desaparecido, encontraron señas de fuego, pero ni un solo hueso completo, ante la falta de explicaciones decidieron irse a dormir esa noche. Al día siguiente apareció un hombre en la comandancia, vestido con un traje de 3 piezas gris Oxford, con una camisa azul cielo y una corbata color vino de seda con un impecable nudo Windsor que desentonaba dramáticamente con el ambiente rural de la comandancia, se acerco al mostrador, se saco las gafas de sol las puso sobre el mostrador, de su bolsillo interior izquierdo del saco extrajo su charola; “soy el comandante Chapa, y estoy aquí para aclarar algunos puntos de la noche anterior, no queremos que esto se salga de cauce y causar alarma en la población, sobre todo por que son hechos que no llegaron a ninguna desgracia”.

Antes del crepúsculo estaba el comandante Chapa estacionado en un recodo del rio que pasa fuera de la población, escondido a un lado del camino, sin el saco, de pie a un lado de su Chevrolet Malibú jugando con un cargador de 9 mm. , siempre traía más de un cargador disponible en caso de algún problema, con la mano presionaba la primera bala haciéndola saltar, cachándola con otra mano que tenia disponible. Se escucho un motor, levanto la mirada y vio venir por el camino que recorría la orilla del rio un Chevy El camino color negro y lleno de polvo, el coche se estaciono atrás de el; descendió Joe del coche.

-Tiempo sin vernos Joe – le dijo chapa al tiempo que volvía a meter la bala en el cargador

-tres - años dijo lacónicamente

-así es, me da gusto y me da miedo, fue una casualidad haber seguido hasta este pueblo,

-quien te dijo que fue una casualidad, dejé que me siguieras- respondió Joe mientras sacaba un Marlboro y lo prendía.- me están buscando y necesito que vigiles mi espalda.

-pero, ¿quien te esta buscando?

-no quieres saberlo, pero te puedo decir que gente de altos niveles empezara a investigar tus casos sin resolver, ya sabes cuales, así que ten cuidado, debes de tener un ojo al gato y el otro al garabato.

-Joe, siempre llegas con truenos y tempestades, además tengo que cubrir tus huellas como anoche- le dijo Chapa suspirando

- yo no los traigo conmigo, yo los vengo persiguiendo; Hasta luego Chapa- le dijo mientras se encaminaba a su coche

- ¿donde te encuentro, estarás con “el tuerto”?

- estaré en medio de la tormenta; por cierto, que no sabia que ahora cazas vampiros, o a caso los criminales comunes también ya son alérgicos a la plata- Joe se rio de buena gana algo raro en el mientras cerraba la puerta de su coche.

El comandante Chapa miro la bala que acababa de poner en su cargador, una bella bala de plata la primera de 15 prontas a disparar, “pinche pendejo” pensó Chapa, “si no fuera por ti, no traería un cargador con semejantes municiones”; reflexiono mientras veía pasar el coche de Joe que dejaba un rastro de polvo al ritmo de “Run through the jungle”; el comandante subió a su coche y lo encendió, reflexiono un segundo, saco su arma de cargo removió el cargador que tenia puesto y le puso el de las balas de plata; “mejor, ya es casi de noche y estoy a una hora y media de Monterrey”; Chapa arranco y se llevo a Monterrey mas preguntas que respuestas, como siempre que se topaba en el camino de Joe Kintana.

Continuara…

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